La Troncal del Caribe comenzó a construirse desde Ciénaga hacia Barranquilla en 1956, bajo la dictadura del teniente coronel Gustavo Rojas Pinilla.
La megaobra empezó a diseñarse en 1954 y su construcción desde Barranquilla hasta Ciénaga y desde Riohacha hacia Santa Marta, se inició en el 56 bajo la administración del dictador.
Ubicada frente al mar Caribe en el estuario del río Magdalena, la “vía parque” permite al visitante contemplar bosques de manglar, ciénagas y playas desde la carretera que comunica a Barranquilla con Ciénaga en el departamento del Magdalena.
En 1972 queda concluida la Troncal del Caribe conectando a Santa Marta y Riohacha a lo largo de la costa, y con Paraguachón en Venezuela
Desde hace 64 años comenzó la debacle ecológica al alterarse el ecosistema con una arteria que afectó gravemente la estrecha franja de tierra que separa el humedal del océano Atlántico.
Lamentablemente en esa época la palabra ecología no se conocía. Menos, daño ambiental y no existía un Ministerio del Medio Ambiente. Tampoco había una Autoridad Nacional de Licencias Ambientales. Sencillamente, no había una política ambiental.
Sin embargo esa vía, construida en una época en la que no eran obligatorias las licencias ambientales, es vista hoy como un terrible crimen ecológico.
La carretera se hizo mal porque taponó la entrada de agua salada y desde ese momento empezó a decaer la ciénaga, por la muerte de los manglares y peces que nacen en ellos.
La construcción de esta calzada que culminó en 1960, ha sido catalogada como la obra que mayor daño ambiental ha generado en el país, según la Sociedad de Ingenieros del Atlántico.
Hoy, a los costados de la vía decenas de hectáreas de mangles se recuperan tras la mortandad de los 80.
En algunos puntos, las olas del mar siguen amenazando con ‘tragarse’ la autopista reclamando las tierras que le cercenaron.
Expertos coinciden que, ante la pretensión del Gobierno Nacional de ampliarla y mejorarla, es preferible hacer un viaducto que conecte la zona, al estilo del Rickenbacker Causeway de Miami, garantizando una solución integral a las necesidades de transporte de la zona, sin afectar el entorno.
La Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag), tiene jurisdicción sobre los 19.4 km iniciales.
La pavimentación y el relleno de la vía en 1956 llevó al cerramiento de la comunicación de los cuerpos de agua dulce con los de agua salada
Y ocasionó alteraciones en el ecosistema como el secamiento y muerte de 33.245 hectáreas de mangles y una baja sedimentación que está ocasionando la erosión costera en varios puntos de la zona en los kilómetros 19, 20, 28, 42 y 50.
Esta obra fue duramente criticada en vida por el ex director de Zoológico de Barranquilla, Ricardo Tinoco.
En los últimos 40 años ha habido un retroceso de la línea de costa equivalente a 800 metros, para el caso del kilómetro 19.
Lo ideal, hoy, sería la colocación de un viaducto que vaya desde el kilómetro diez hasta el 50 o 53, donde termina el área de reserva natural.
A valores de hace 6 años cada kilómetro de viaducto costaba $70 mil millones. Los 43 kilómetros hasta Ciénaga representaban casi $3 billones.
A lo largo de los 60 kilómetros de carretera entre Barranquilla y Ciénaga hay zonas con manglar y humedales a lado y lado de la vía.
Pese a que solo desde el kilómetro 11 hasta el 54 es área de reserva natural, tal sector no es el único que presenta condiciones de especial atención por sus características ecológicas.
Cuando empezó la pavimentación de la carretera, el Inderena (la autoridad ambiental de ese entonces) desalojó de sus parcelas a humildes campesinos; el Estado nunca les restituyó sus tierras, ni los indemnizó económicamente.
Con el tiempo se formaron a lado de la vía asentamientos espontáneos, entre el mar y la ciénaga, como Puebloviejo, donde las casas están construidas a orillas de la única carretera del sector y con la Ciénaga Grande de Santa Marta como patio.
Los pescadores la recuerdan como una zona de puro monte de mangle, antes de convertirse en una gran invasión.
Según Parques Nacionales, los 40.6 kilómetros de la vía que están dentro de área de reserva, no son licenciables para labores de mejoramiento y/o ampliación de la carretera.
Daño ambiental
La construcción de la vía conllevó a que se taponaran numerosas entradas de agua salada que se mezclaban con aguas de caños del río Magdalena, dándole vida a la Ciénaga Grande de Santa Marta, en donde hay una extensa zona de mangles.
Tal bloqueo de aguas generó la pérdida de 285.7 kilómetros cuadrados de bosques de manglar, además de numerosos peces por episodios de mortandad registrados en 1994 y 1995.
A finales de los 80, las autoridades ambientales empezaron a reconectar algunas fuentes de agua dulce con la construcción de bux culverts mejorando el flujo.
Una carretera construida bajo la dictadura de Rojas Pinilla
En resumen, el parque Isla Salamanca, es un reservorio natural de la biósfera protegido por la Unesco, donde la naturaleza ha retomado lo suyo y ahora es la vía la amenazada por la erosión costera.
La isla de Salamanca también es considerada Área de Importancia para la Conservación de las Aves (Aica) y, junto con el Santuario de Fauna y Flora de la Ciénaga Grande de Santa Marta, fue incluida en 1998 entre los sitios de la Convención de Ramsar para la protección de humedales.
La construcción de la vía “es el crimen ecológico más visible que se ha cometido en Colombia en toda su historia”, dijo a EFEel biólogo Luis Carlos Gutiérrez, investigador de la Universidad del Atlántico.
Lo más grave es que hay una colmatación de los caños y la ciénaga, es decir la gran cantidad de sedimento ha sepultado los bancos de ostras, que son el alimento de muchas especies y se ha afectado la cadena alimenticia.
Los muñones y esqueletos grises se levantan, sucesiva e interminablemente en sitios como el Caño Clarín cuyos 34 kilómetros de cauce natural alguna vez comunicaron a la población de Ciénaga con Barranquilla.
Hace menos de cuarenta años el río Magdalena vertía a la Ciénaga algo más de 200 metros cúbicos de agua por segundo.
Las condiciones ambientales eran más que propicias para prodigar riqueza y bienestar a todos los habitantes de la Ciénaga, que, paradójicamente, se encuentran hoy entre los municipios más deprimidos de Colombia, con sus vecinos, Tasajera, Palmira y Pueblo viejo.
El ejemplo clásico podría ser Tasajera, un pueblo donde el 99 por ciento de sus habitantes se dedican a la pesca y al rebusque y donde acaba de ocurrir una absurda tragedia.
[Fuente: EFE, El Heraldo, El Tiempo].