Falleció Alfredo de la Espriella, el historiador nostálgico de Barranquilla

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Alfredo de la Espriella Zabaraín (Ciénaga, febrero 6 de 1926 - Barranquilla, enero 30 de 2025).

Por: Jaime Rueda Domínguez

¿Quién pudiera imaginarse que Alfredo de la Espriella Zabaraín, el celoso guardián de la memoria de Barranquilla era cienaguero?

Alfredo, quien ha fallecido hoy 30 de enero, nació el 6 de febrero de 1926 en el municipio del Magdalena más cercano a nuestra ciudad, Ciénaga y cumpliría la próxima semana 99 años. Sus padres se trasladaron a la Puerta de Oro en 1928, por eso, nadie puso en duda nunca su curramberismo.

Voy a ir contando anécdotas con Alfredo, según vayan llegando a mi memoria.

Cuando inicié mi carrera periodística en 1974 el gran historiador fue una de las primeras personas que conocí y entrevisté, en ese momento era director de la Oficina de Extensión Cultura del Municipio.

Era de trato afable, fácil de abordar y bastaba con hacerle una sola pregunta que él se encargaba de convertirla en una gran exposición de lo que más le apasionaba, las historias de la Barranquilla de antaño.

Tal vez a De la Espriella le debemos que los hitos que La Arenosa reclama como pionera, tuvieran protagonismo nacional gracias a su investigación personal, a su memoria prodigiosa y al archivo fotográfico en blanco y negro que la misma ciudadanía se encargaba enriquecerlo obsequiándole postales que nadie más poseía.

No podemos olvidar su famosa frase: “Primero fue el río, después el mar y finalmente las alas”.

Todo esto lo recogió en una de sus publicaciones más famosas: “Imagen temporal de Barranquilla, Siglo XX”, financiada por el Fondo Mixto de Promoción de la Cultura y las Artes del Atlántico en 1998, donde estaba la recordada Angela María Muñoz. También, “Dimes y diretes”.

Conocido también como “El Bandolero Mayor”, tal vez por qué redactó por muchos años el Bando del Carnaval que leía tradicionalmente la Reina todos los 20 de enero.

El edificio García 

Una vez subimos a la azotea del edificio García, construido en 1939 por el arquitecto cubano Manuel Carrerá Machado y donde Alfredo vivía.

Me explicó por qué ese inmueble patrimonial con la estructura de un barco en tierra, con  apartamentos y áreas comunes muy frescos, y es porque recibe de frente las brisas del río todo el año.

También, me mostró la manzana donde quedó la Pensión Inglesa, el Jardín Águila, la Checa y finalmente el Banco de la República y me recordó que en 1935 allí fue estrangulada doña Catalina viuda de Meek, la muy respetada y querida propietaria de la famosa Pensión Inglesa, un horrendo crimen que estremeció a la ciudad por muchos días.

Tóqueme el trigémino

En la década del 30 “Tóqueme el trigémino doctor” fue el éxito de uno de esos Carnavales, cuya estribillo  decía: “Tóqueme el Trigémino, tóquemelo Ud., si no me lo toca pronto de dolor me moriré”.

Alfredo, por testimonios orales de barranquilleros de esa época supo que la canción provocó un soponcio entre las dama de la sociedad, imaginándose quién sabe qué cosa, menos en que el trigémino es el principal nervio sensorial de la cara.

Según la IA “la neuralgia del trigémino es una enfermedad que causa dolor crónico en la cara, en una o ambas ramas del nervio trigéminoEl dolor puede ser intenso, punzante, fulgurante o similar a una descarga eléctrica”. Eso no lo sabían las damas de hace cien años.

El Congo de Oro

Esthercita Forero en de las tres entrevistas que le hicimos en vida nos reveló que ella fue la creadora del Congo de Oro que se ha entregado en el Carnaval de Barrannquilla por más de 50 años. Siendo Alfredo de la Espriella, director de la Oficina de Extensión Cultural, se reunieron para escoger el nombre para un premio que se daría a los mejores grupos folclóricos de la fiesta y a las orquestas y conjuntos que se presentaran en el Festival que nació en 1969.

Alfredo propuso el “Malambo de Oro”, pero a Esthercita no le pareció y le explicó. “Malambo ya existe, si bien es un nombre sonoro, así se llama uno de nuestros municipios. ¿No suena más el Congo de Oro?”. Y así quedó. El primer Congo de Oro en la modalidad de orquestas lo ganó la Billo´s Caracas Boys en 1969, durante el Carnaval de Luz Ellena  Restrepo González. La talla del Congo la hizo un profesor del Colegio Americano de apellido Pertuz.

San Roque

Cuando estaban en los preparativos para la visita del Papa Juan Pablo II a Barranquilla, que se cumplió el 7 de julio de 1986, me encontré con Alfredo en el despacho del alcalde Ramiro Besada Lombana.

Sin estarle preguntando, me contó que en un viaje que hizo a Francia fue a propósito a Montepellier para confirmar si allá veneraban a San Roque con la misma devoción que se hacía en Barraquilla y me ha dicho textualmente: “Allá hay festividades en las calles, pero las Fiestas Roqueñas de aquí se las inventó el cura Matutis”.

La revista Barranquilla gráfica

Era una inolvidable publicación con un sabor vernáculo único que circuló entre 1962 y mediados de los 70. La fundó Raúl de la Espriella y la dirigía Alfredo de la Espriella. La colección fue donada a la Universidad del Litoral. Hoy en las redes sociales, principalmente en Facebook muchas personas publican como propias fotografías en blanco y negro de la Barranquilla de hace medio siglo, extraídas de la revista que se editaba en los talles de Espriellab.

El Museo Romántico

El primer intento de hacer un Museo que atesorara reliquias de la vieja urbe, se hizo en la Universidad Autónoma del Caribe a comienzos de los 80, donde Alfredo manejaba los asuntos culturales de la institución de Mario Ceballos Araújo y allí comenzó a acopiar todos los recuerdos tangibles de la Barranquilla antañona.

El mismo Alfredo me dijo en su oficina de la carrera 54 frente a Los Fundadores, que cuando empezó a sondear a los políticos de la época para que lo apoyaran en su iniciativa, “la mayoría me respondía: ¿Un Museo romántico? hombe, no seas tan marica”.

Por eso desde que abrió sus puertas el 7 de abril de abril de 1983 siempre ha sido una entidad privada y desde el sector público no pudieron ayudarlo.

Trabajó “con las uñas” y dependía exclusivamente de los ingresos que barranquilleros y visitantes foráneos pagaban por conocer ese templo de recuerdos.

De allí tenía que pagar todos los servicios públicos, el impuesto predial, el sueldo de un ayudante, sus ingresos, el mantenimiento del casi centenario inmueble que le donaron las hermanas Freund Strunz en 1975, hasta que “tiró la toalla” y el Museo cerró, agobiado por deudas y el comején que estaba acabando con todo.

Alfredo se retira, además, ya afectado por su edad avanzada y ahora un grupo de barranquilleros románticos está al frente de este sitió único en nuestra ciudad.

En Facebook se encuentra esta bienvenida: “Esta es tu casa, la de tu ancestro y linaje bajo cuyo techo en sus paredes, archivos y rincones confidenciales se guardan reliquias que pertenecen a tu pasado, testimonios fieles de una tradición romántica