89 años de la muerte de Carlos Gardel

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Carlos Gardel (diciembre 11 de 1890 - Medellín, junio 24 de 1935).

Por: Jaime Rueda Domínguez

No me voy a poner en el plan facilista de navegar en Google para posar de gran conocedor del “Zorzal Criolllo”, porque no lo soy, escarbando en lo ya publicado sobre la vida de Carlos Gardel, el más famoso cantante de tangos de la historia y de quien los argentinos aseguran que “cada día canta mejor”.

Voy a apelar al baúl de mis recuerdos, gracias a tres relatos orales, el de mi papá; el de “La Novia de Barranquilla”, Esthercita Forero y el del médico cardiólogo, Rodolfo Vega llamas.

Según me contó mi padre, Daniel Rueda García, un “gardeliano a morir”, lo mismo que su primo hermano, Zacarías García Zaizón, quienes se sabían la letra de los más famosos tangos de Gardel y los cantaban, Barranquilla estaba exultante por la presentación que harían en aquel junio de 1935, Carlitos y sus tres guitarristas, Barbieri, Riverol y el más famoso de todos, Alfredo Le Pera, su compositor y letrista de cabecera.

Papá me dijo que desde mayo de aquel año y hasta el día en que se presentó, en el frontis  del Teatro Apolo, inaugurado en 1930, instalaron un aviso de neón color verde que iluminaba las noches de la calle Caracas (53), puerta de entrada al exclusivo barrio El Prado, y en forma intermitente titilaba Gardel, Gardel, Gardel.

Mi padre me contó lo que siempre se ha dicho, que Gardel llegó a Colombia por el Muelle de Puerto Colombia, procedente de Maracaibo; el tren lo trajo hasta la estación Montoya, se alojó en el Hotel El Prado, recorrió a pie los alrededores y saludó a algunas familias que en esa época tertuliaban en la terraza de sus mansiones.

Papá acababa de cumplir 22 años el 13 de junio y vio cantar a Gardel en lo que él llamaba el “gallinero” del Apolo, demolido después en 1946.

Le impresionó mucho cuando los cuatro tangueros entraron al escenario guitarra en mano vestidos de gauchos. Me dijo que Gardel se veía rozagante con esa indumentaria imponente.

Interpretaron los tangos que todo el continente cantaba y conocía por sus películas: entre otros, Cuesta abajo, Volver, Melodía de arrabal, Silencio, Mi Buenos Aires querido, Por una cabeza y El Día que me quieras que grabó en el mismo año en que muere trágicamente y perteneciente a la cinta del mismo nombre.

Es más, en 1971, el célebre cantautor brasilero, Roberto Carlos, graba El día que quieras, únicamente en español, y no quiso hacerlo en su su propio idioma, el portugués, porque se sentía incapaz de traducir el contenido de la letra a otra lengua.

Por su parte, Esthercita Forero, me reveló que el día que Carlos Gardel visitó los Estudios de La Voz de Barranquilla, de Elías Pellet Buitrago, era una adolescente de 15 años y vivía en el barrio El Rosario a unas 10 cuadras de la emisora.

“Al enterarme, corrí como una loca por el Paseo Bolívar, hasta el callejón de Progreso y ya las jovencitas de la sociedad habían ingresado con su cuaderno de autógrafos. Me ayudó a entrar, Sansón Vellojín, locutor afamado de la HKD1. Cuando estuve frente a Gardel me preguntó y voz no tenés el cuaderno para firmarte. Le dije que no. Entonces me estampó su firma en la palma de mi mano”.

Por último, recientemente en Bogotá me encontré en el aeropuerto El Dorado con el cardiólogo, Rodolfo Vega, padre de nuestra Miss universo 2014, Paulina Vega Dieppa.

Dentro de los tantos temas que charlamos mientras esperábamos el vuelo que nos traería a barranquilla, me contó esta historia:

“Mi padre, Gastón Vega, era cantante de ópera, alumno del religioso Fray José Mojica y gran admirador de Gardel. El tenía en la casa guardado en un cofrecito, como si fuera un tesoro, un pedazo de la guitarra personal de Gardel, que quedó luego del accidente del avión. ¿Cómo llegó a sus manos? no tengo ni idea, pero lo cuidaba como algo muy preciado, exclusivo. Cuando mi padre fallece no le hice seguimiento, ni siquiera sé dónde la guardó mi mamá o si todavía existe. Papá cantó La Traviata por toda Suramérica y era su ópera preferida”.

Del resto de la historia de Gardel y su muerte trágica el 24 de junio de 1935 en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, hay cientos de crónicas repetidas en Internet.