Por: Jaime Rueda Domínguez
Una explicación histórica.
La derrota del Junior de Barranquilla en la Copa Sudamericana 2018 y la conquista de su octava estrella en la misma semana, fueron dos episodios que ocurrieron con una diferencia de solo cuatro días.
Lo más lamentable es que provocó una división nacional.
Por un lado, quienes lamentaron no haber alzado su primer título internacional, tras el penalti desperdiciado por Jarlan Barrera y los que prefirieron burlarse del Junior y sus hinchas.
Por el otro, los que en la misma semana se retorcían de la envidia por ver a los barranquilleros conquistar un nuevo título de visitante, esta vez ante el Independiente Medellín, el 16 de diciembre de 2018.
Después, el 27 de enero de 2019 gana su primera Super Liga ante Tolima en Ibagué, con tres penaltis atajados por Sebastián Viera.
Inmediatamente, a mitad de año su noveno titulo en Bogotá contra Pasto, el 12 de junio de 2019.
En plena pandemia y sin público, gana su segunda Super Liga ante América en Cali el 11 de septiembre de 2020.
Finalmente, bordó en su escudo la esquiva décima estrella, la épica noche del 13 de diciembre de 2023 en el Atanasio Girardot, nuevamente contra el DIM, con el gol inolvidable de Vladimir Hernández que forzó a definirlo desde los doce pasos.
En todos los enfrentamientos definitivos hasta coronar sus títulos, todo el país futbolero, incluida la gran prensa bogotana, añoraba su fracaso.
La pregunta es: ¿Por qué el rojiblanco genera tal nivel de antipatía, exacerbado ahora por las redes sociales?
Hay una historia detrás de la historia que fue contada por el periodista Alejandro Pino Calad, que transcribimos a continuación.
El 7 de agosto, aparte de la Batalla de Boyacá y la independencia de Costa de Marfil, se celebra la fecha de constitución del Junior de Barranquilla, uno de los clubes grandes de nuestro fútbol que llegó a los 100 años en 2024.
Su masiva hinchada, su peso cultural para nuestro Caribe, sus títulos, su presencia y su peso histórico en el campeonato, no se pueden soslayar ni desconocer.
Sin embargo, si algo diferencia a “Tu papá” del resto de clubes colombianos, es que es el único que jugó a nombre de la Selección Colombia.
Porque sí, una vez el Junior fue Colombia, y además lo hizo con altura, lo que generó una campaña en su contra en otras regiones que, en este país más que regionalista, parece verse de nuevo con la presencia del equipo simultáneamente en la final de la Sudamericana y la de la Liga II de 2018.
De esta forma, la Adefútbol, que era la Federación Colombiana de Fútbol adscrita a la Conmebol, decidió enviar al mejor equipo del país, compuesto sólo por jugadores colombianos.
“Entonces, de los veinte futbolistas que viajaron, 18 eran de Atlántico y Magdalena y sólo uno de Antioquia. La gran mayoría jugaba en Junior, el mejor club del país en aquel momento. Roberto Meléndez y Romelio Martínez eran las figuras”. (ESPN).
Significa que Junior, sumó a algunos samarios como complemento al equipazo que conducían en el campo Roberto Meléndez y Romelio Martínez “el Caballero de las canchas”, los dos mejores futbolistas colombianos de finales de los 30 y comienzos de los 40.
“Roberto Meléndez fue el director técnico del equipo.El “Flaco” fue el emblema del fútbol barranquillero en la época amateur y su liderazgo fue fundamental para la conformación del plantel”. (ESPN).
Esto, por supuesto, generó un debate nacional pues en cada región exigía que sus respectivas figuras estuvieran en el equipo (como ven, nada cambia bajo el sol colombiano).
El 20 de enero de 1945, día en que esa Selección Colombia, de costeños, jugaba su primer partido, y ante los comentarios despectivos aparecidos en la prensa del interior, augurándole un gran fracaso, el diario El Heraldo de Barranquilla publicó el siguiente editorial, en el que el fútbol se vuelve el fiel reflejo de lo que era la situación social de ese año:
“Dentro de pocas horas nuestros compatriotas, los futbolistas de la Costa Atlántica, nuestros hermanos por las costumbres, por el valor y las maneras, por todos aquellos atributos que caracterizan a los hijos de la costa, se aprestarán a rendir el esfuerzo máximo de su virilidad y de su coraje, más allá del Valle del Aburrá o de la gélida colina de Monserrate.
Y así tenía que suceder. Para representar al país en el evento que hoy por hoy ocupa la atención de millares y millares de gentes de todos los países y latitudes, no era menester el concurso de “patilanudos” en trance de egoísmos comarcanos, ni de paisas avaros y calculadores.
Bastaba solamente que de la greda originaria de la Costa, del limo fecundo de Barranquilla y Santa Marta, arrancara el grito patriótico para que nuestros embajadores empuñaran la bandera nacional, dispuestos a dejar sobre la arena de la gran república tatuada para siempre la huella de sus botas heroicas”.
Los brasileños ganaron 3 goles por 0 y la reacción en el interior del país fue de sarcasmo frente al equipo costeño, mientras que en Barranquilla consideraban que los suyos habían opacado a los de Brasil al sólo permitirles hacer tres goles.
Igual pasó cuando Argentina le ganó a Colombia por 9 – 1, gol este considerado heroico por los costeños y vergonzoso por los “cachacos”.
El chauvinismo llegó al límite cuando, al terminar el torneo y después de vencer a Ecuador, (3-1, es la primera victoria de una selección nacional en una Copa América) y empatar con Bolivia.
“Esto le permitió a Colombia llevarse un trofeo de su primera participación internacional: la Copa Mariscal Sucre para el mejor de los representantes de naciones bolivarianas”. (ESPN).
El Heraldo de Barranquilla tituló en primera página: “Colombia ganó el campeonato de los chicos”, por haber finalizado en mejor posición que esas otras dos selecciones.
Mientras en el interior, se le dio un balance negativo a la participación del Junior en el torneo en representación de todo el país, generando aún más animadversión en contra de los “patilanudos”.
Cuando la selección costeña llegó a Barranquilla a comienzos de marzo, el carnaval (que había terminado varias semanas atrás del 10 al 13 de febrero y que presidió, Judith Blanco de Andréis), se reactivó y se declaró día cívico.
Llevaron a los jugadores, encabezados por Romelio Martínez, en un desfile por toda la ciudad.
Después el estadio Municipal sería llamado así, Romelio Martínez, en honor del jugador del Junior que capitaneó la Selección Colombia de costeños de 1945, mientras su socio, Roberto Meléndez, le daría su nombre al Metropolitano, actual casa del Junior y de la Selección Colombia, una tremenda ironía para este país ultra regionalista.
[Fuente: Publimetro, Alejandro Pino Calad].