POR: JAIME RUEDA DOMINGUEZ
Pasaron solo seis meses y de nuevo nos vimos con Billo Frómeta el 23 de enero de 1979, en el Salón Magdalena del Hotel El Prado, un mes antes del Carnaval de Tey Cadena.
Desde que Cuba cayó en manos del comunismo el 1 de enero de 1959 y Billo compuso el danzón El son se fue de Cuba, la música de la isla dejó de ser la gran despensa que surtía al dominicano.
Entró entonces en escena la música tropical colombiana, con el merecumbé, el chandé, el porro, la cumbia, el fandango, el paseo y el paseíto. No había trabajo discográfico que no incluyera varias canciones costeñas, y esto le trajo problemas.
“Cuando yo venía a trabajar a Barranquilla, el lobby del hotel se llenaba de compositores cobrándome regalías. Una vez me estaban esperando 20. Les dije que debían tener una entidad que los representara y me respondieron que no tenían ninguna. Eso me parecía muy raro. Hablé con el cónsul venezolano, Aquiles Yibirín, planteándole el problema. Decidí entonces elaborar, con la disquera, una lista con todos los números colombianos que había grabado y a cuál editor correspondían. Así, cuando venían a reclamarme los enviaba directamente a la casa que grabó el tema. Y así resolvimos el asunto“.
Aparte, el artista aspira a que su composición sea un éxito y muchas veces la reparte entre varios grupos y por eso salen al público simultánemente.
“Yo no pretendo la exclusividad, pero sí la primicia, como hizo Esthercita Forero con Tambores de Carnaval en el 79. Después, que la grabe todo el mundo“.
Billo entendía que la música colombiana se había impuesto internacionalmente, llenando el vacío que dejó la cubana.
“Cuando voy a Estados Unidos y mi orquesta triunfa, es como si dijeran triunfó en Colombia, porque el 85% de la gente que está bailando conmigo son colombianos. Hasta los policías son colombianos. Además, el 70 por ciento de mi repertorio es colombiano“.
MAS SOBRE SUS ORÍGENES
En esta oportunidad ahondamos un poco más sobre sus inicios en la música:
“Aprendí la música en San Pedro de Macorís donde mi papá ejercía como abogado. La primaria la hice en ese pueblo y la música era una asignatura obligatoria como la aritmética. Desde luego, para quienes tenían aptitud. Yo me inscribí en la academia donde daban clases todos los días, después te daban un instrumento y te iniciabas como músico“.
Al ingresar a la universidad y como cualquier estudiante que está solo, lejos de casa y en la capital, no tenía dinero.
“Para ayudarme daba clases de guitarra y ponía inyecciones. Siendo aún estudiante me casé en 1936 y allá nació mi primera hija. Formé el Conjunto Tropical a base de violines y tocaba en la radio. Me acompañaban, Freddy Coronado, Simó Damirón (que estudiaba ingeniería) y Negrito Chapuseaux (economía). Buscamos músicos profesionales porque todavía no integrábamos una orquesta completa y conseguimos un contrato para actuar tres meses en Venezuela, que para mi se convirtieron en 41 años. Hoy puedo decir que tengo, no la mejor orquesta de Venezuela, sino la más vieja“.
NOSOTROS LOS SEXAGENARIOS
Billo se refirió con cierta nostalgia a los tiempos idos. Ya no tenía que luchar por los contratos porque estaba “hecho” y llegaban solos, pero sentía que se estaba poniendo viejo.
“Yo llegue de 22 años y ya tengo 64. Por eso nosotros los sexagenarios nos tomamos la vida con más calma, sin tanta prisa. Tenemos una visión de la vida distinta y queremos resolver las cosas con menos desesperación.
Estamos menos sujetos a un movimiento egoísta o vanidoso, sin presunción. Sabemos que ya fuimos, ahora miramos atrás, mientras que otros lo hacen hacia adelante. Pero el que mira para atrás camina más lentamente, como quien no quiere llegar”.
Esta respuesta surgió tras la pregunta sobre su relación con Renato Capriles, propietario de Los Melódicos y a quien le llevaba 16 años.
SOY IDIOTAMENTE SENTIMENTAL
En este orden de ideas Billo confesó que como casi todos los seres humanos tenía un reverso desconocido:
“Yo soy solemne e idiotamente sentimental y lo que más quiero son mis canciones sentimentales. Hace pocos meses compuse Un solo whisky Juan. Es la historia de alguien como yo, que se encontraba con una muchacha todos los días en un determinado lugar. Cualquier día la joven no apareció más. Entonces le dice a Juan, que se supone es el James (mesero) de los americanos: ‘Un solo whisky Juan’. No obedece a una intención rítmica, no es bolero ni balada y nunca la voy a grabar“.
Aunque Billo no la grabó con su orquesta, hay un vídeo disponible en You Tube, con sonido e imagen deficientes, interpretándola y tocando el piano.
Después de su muerte, Ely Mendez la grabó. Es una canción con su acento y parada. Esta es la letra que Billo nos cantó a capella:
“Un solo whisky Juan, en la mesita de ella /donde todas las tardes me sentaba con ella /un solo whisky Juan y siéntate a mi lado /que quiero en esta tarde sentirme acompañado /tú sabes Juan que ayer por mi ventana /pasaron golondrinas volando por bandadas /huyendo de su nido, huyendo del invierno /en busca de otro abrigo, en busca de otro cielo /y sabes Juan que ayer por la mañana /al verme ante el espejo vi mi cabeza blanca /y pienso que se ha ido en busca de otro cielo /huyendo de mis besos, huyendo de mi invierno /y sabes Juan, tal vez sean cosas mías /temblor de golondrina, temor de verme viejo /un solo whisky Juan“.
LA CAPILLITA DEL CALVARIO
En una elevación de Caracas. El presidente de Venezuela, Antonio Guzmán Blanco, “el ilustre americano” (1829-1899) quien se educó y murió en Francia, se enamoró de todo lo parisino y construyó la escalinata del Calvario. Es una ascensión muy curiosa que hay en medio de la ciudad, una zona de esparcimiento de los caraqueños.
“Cuando llegué de Santo Domingo iba con mucha frecuencia a esa capilla a divisar la ciudad desde un balcón. En el entorno nos quedábamos a tomarnos unos traguitos. Ahora (1979) la iglesia está olvidada, ya no dan misa. Y yo como le canto mucho a Caracas, compuse la Capillita del Calvario“.
LAS MUCHACHAS CARAQUEñAS
Esta es una de las guarachas más conocidas de Billo, grabada inicialmente en 1944 con Manolo Monterrey. Años después la grabó La Sonora Matancera con el nombre de Las muchachas y le cambiaron toda la letra. Donde decía “caraqueña”, Rogelio Martínez la reemplazó por “cubana” o “habanera”, y a Billo no le cayó en gracia.
“Yo me siento halagado que graben mi música, como lo ha hecho Los Melódicos, porque indica que lo hice bien. Pero no puede ser que una canción mía, de la que soy autor de la letra y la música, cambien lo que yo cree. Cada vez que oigo Las muchachas caraqueñas cantada por Carlos Argentino cojo un momentico de rabia. Mi letra dice ‘pero cuando veo una caraqueña toda la sangre se me alborota’. Y la cambiaron, por ‘pero cuando veo una habanera’. ¿Por que tiene que decir habanera si él es argentino? Yo que soy el autor digo ‘una caraqueña’. Ya se lo he dicho. No digas más habanera, chico, la canción es mía. Pero no, él sigue diciendo ‘habanera’. Aquí no se está respetando el criterio del autor. Y lo peor es que Pacheco, mi compatriota, también la grabó y volvió a repetir ‘habanera’“.
SIGO SIENDO DOMINICANO
Hasta el último día de su vida Billo conservó su nacionalidad dominicana:
“A mi me parece que si uno nació en un sitio debe ser siempre fiel a eso. Además, Venezuela nunca me ha hecho sentir la necesidad de cambiar mi nacionalidad. Una vida entera han sido buenos conmigo, tantos hijos, tantos amigos, que a nadie se le ocurre pensar que yo no soy de allá. Por ejemplo, cuando voy a Santo Domingo y digo ‘nosotros en Venezuela’, me reclaman. ¿Cómo así que nosotros, acaso de dónde eres tú?
POR QUÉ BILLO NO TUVO VOCES FEMENINAS
La Billo’s Caracas Boy se caracterizó por no tener nunca una voz femenina en su delantera. Ni siquiera 30 años después de la muerte de Billo se ha contrariado su decisión:
“Es una característica mía no tener voces femeninas. Tampoco la tuvo la Casino de la playa ni Rafael Muñoz. Yo soy hechura de las dos orquestas. Cuando yo me inicié como músico, empecé por imitar a alguien y eran mis ídolos y ellos no tenían mujeres. Por eso decidí no tenerlas. Y ahora me da una alegría muy grande, porque es bueno, muy bueno. Tenerlas trae muchos problemas, ufff, muchísimos. Yo no se si por eso es que las cantantes femeninas duran tan poco en las orquestas“.
Jaime Rueda Domínguez