Por: Jaime Rueda Domínguez
De Romelio Martínez Vergara, “el caballero de las canchas”, poca literatura está disponible en la red, si deseamos saber por qué el estadio de fútbol lleva su nombre.
Como tampoco abundan escritos sobre la vida de Tomás Arrieta, el legendario pelotero barranquillero en cuyo honor se bautizó en 1946 el estadio de béisbol de La María y reemplazado por el Edgar Rentería.
En Wikipedia hay una corta referencia sobre Romelio Martínez, la que todo el mundo “corta y pega” sin ahondar en otras facetas.
Ya se cumplió el aniversario 77 del trágico accidente aéreo del DC4 de Avianca, contra el cerro de El Tablazo, localizado entre las poblaciones de Supatá y Subachoque (Cundinamarca) y ocurrido el 15 de febrero de 1947. La tragedia se presentó en pocos segundos, cuando la aeronave estaba punto de aterrizar en el viejo aeropuerto de Techo.
Paradójicamente, Avianca acababa de ganar el récord de seguridad otorgado por el Consejo Interamericano de Seguridad, antes alcanzado por la Compañía Cubana de Aviación. Por eso queremos compartir datos y anécdotas sobre el caballeroso profesor y deportista, cuyos recuerdos se perdieron en la niebla del tiempo.
El estadio
Cuando Empresas Públicas Municipales, gerenciada por el banquero norteamericano Samuel Hollopeter, construyó el primer estadio olímpico techado de Colombia y donde se practicó inicialmente “pelota caliente”, se llamaba simplemente el Municipal y así fue hasta finales de los 60.
Recordemos que este escenario se hizo en 1934 en el barrio Colombia, con motivo de los Juegos Atléticos Nacionales qua iba a realizar Barranquilla en el 35, como así ocurrió.
A raíz de la trágica desaparición de Romelio Martínez, el maestro Chelo De Castro, el más veterano cronista deportivo de la ciudad, y quien vivió 102 años promovió exitosamente una campaña desde su columna escrita y su programa Desfile Deportivo, para que el estadio llevara su nombre teniendo gran acogida.
Pero la afición futbolera, excepto los más veteranos barranquilleros, octogenarios o tal vez mayores, desconoce que Romelio Martínez fue un brillante profesor del Colegio Americano donde estudió como interno. Además de futbolista fue un destacado basquetbolista, perteneciente a la generación de deportistas barranquilleros que sobresalían en varias disciplinas.
Romelio no tomaba ni fumaba y jugó en el equipo de baloncesto con Elías Chegwin en el plantel presbiteriano.
Como futbolista jugaba de puntero izquierdo al lado del histórico Roberto “el flaco” Meléndez, conformando una llave temible. Antes de la llave Dida-Rada o Verón-Arango (Verango), y más recientemente Chará-Teo (el Chateo) primero fue la dupla Meléndez-Martínez.
Romelio inició su carrera en el estadio Moderno de la calle 30 y luego en el Municipal cuando Júnior se trasladó a este escenario en 1944. Martínez también militó en el Sporting.
Una anécdota con “El flaco” Meléndez
Roberto Meléndez, cuyo nombre lleva el Estadio Metropolitano, nos contó en una entrevista que nos concedió en su casa del barrio El Carmen el 8 de noviembre de 1999:
“Romelio jugaba a mi lado en la punta izquierda, con Ramón Cuello (portero), Agustín Consuegra, Alejandro Consuegra, Rolong, Alex Herrera, Isidro Juliani, Pedro “la espada” Yepes, Julio Torres, Marcos Mejía, Felipe Suárez y Antonio Pastor. Como deportista Romelio fue un gran jugador; zurdo, un caballero de la cancha, nunca fue expulsado. Jamás le dio una patada a nadie, ni siquiera a sus hermanos cuando jugaban contra el”.
Hablamos con el hijo menor de Romelio
Álvaro Martínez Vergara, tenía 76 años cuando lo entrevistamos el 10 de noviembre de 2016, el día que empezaron las obras de reconstrucción del estadio Romelio Martínez, de cara a los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2018. Descocemos si sigue vivo.
Es el hijo menor de Romelio Martínez y hermano de Romelito, el hijo mayor, quien también murió con su padre en el fatídico vuelo 144 de hace más de 7 décadas.
La familia Martínez Vergara se encontraba en la capital en la semana del accidente. El Júnior, donde alineaba Romelio, tenía dos fechas seguidas en Bogotá y Cali. La intención de Romelio era que su esposa Orfelina, una hija y Álvaro, regresaran a Barranquilla para disfrutar el Carnaval de Ana María Emiliani Heilbron, la Reina del 47 y quien estudió con mi madre en el Colegio María Auxiliadora. Romelio quería permanecer en el altiplano y desde ahí volar a la capital vallecaucana.
Sin embargo, los planes cambiaron y la familia regresó a la ciudad el miércoles 12 de febrero. El Sábado de Carnaval 15 de febrero, Romelio salió temprano con su hijo mayor Romelito hacia el aeropuerto de Soledad, para abordar el avión DC-4 de Avianca que salía a las 10.00 a.m. para Techo y luego a Cali. El trayecto duraba más de 2 horas ya que esos aviones no volaban a más de 450 Km.
Los demás jugadores se adelantaron y viajaron a Cali primero. Después de 1.00 de la tarde se conoció que el avión se había estrellado a escasos Km de Bogotá al no poder rebasar el cerro de El Tablazo.
La noticia se regó como pólvora en la ciudad que estaba a punto de arrancar la Batalla de Flores. Era imposible suspender la fiesta y la ciudad celebró en medio de este gran dolor.
El diario El Tiempo lanzó una edición extraordinaria. El DC4 iba piloteado por el Capitán Kenneth Newton, un estadounidense de Panam prestado a Avianca.
El capitán norteamericano no estaba acostumbrado a volar en un país tan montañoso como Colombia, y menos con la visibilidad limitada por nubes bajas. Inició prematuramente el descenso hacia Techo y ocurrió la colisión. Le faltaron pocos metros para coronar la cima del cerro El Tablazo, en el acceso a la sabana por el municipio de Subachoque.
Se confirmó lo que se temía
“Hacia las 5:50 de la tarde se conoció en el departamento de telecomunicaciones del Ministerio de Guerra un mensaje enviado por el Alcalde de la población de Supatá en el que decía que campesinos de la región cercana al cerro El Tablazo habían oído un estrépito de metales despedazados y una explosión hacia la una de tarde”. (Tomado de la publicación Volavi, Volar, Viajar, Vivir).
El Presidente Mariano Ospina Perez, en señal de duelo suspendió el Carnaval de Barranquilla, cuya Batalla de Flores estaba a punto de terminar y las corridas de toro en Bogotá.
Los restos mortales de los 51 ocupantes ocupantes fueron rescatados días después totalmente desmembrados y carbonizadosados difiucltando su posterior identificación. Fue el peor siniestro de la aviación comercial colombiana hasta ese año.
El avión tras estrellarse contra el cerro, estalló y cayó a un abismo de más de 80 metros. El cuerpo de Romelio Martínez nunca fue reconocido. En cambio sí el de Romelito quien quedó aferrado al brazo de su padre. Fue identificado por el anillo de matrimonio con el nombre de Orfelina, su madre, quien falleció en 2015 a la edad de 97 años.
La familia Martínez Vergara residía en el barrio Boston en la esquina de la calle 69 carrera 44, casa propia que les dejó el profesor tras su fallecimiento. Luego vendieron la residencia a Jardines del Recuerdo y también fue un comando político.
Álvaro Martínez recuerda con gratitud como los propietarios del Colegio Americano, norteamericanos, nunca los abandonaron al quedar súbitamente la familiasin el sustento paterno.
Doña Orfelina también era profesora del plantel. Como la casa era tan grande, fue acondicionada como pensión para recibir hasta 10 alumnas que venían de Estados Unidos como internas y así salieron adelante.
Este es apenas, un pequeño homenaje a la memoria Romelio Martínez, “El caballero de las canchas”.